HOPE WALSH

Alegre. Esa es la palabra que más describiría a la mujer, le gusta su sonrisa y la risa que de ella emana, además cree que estar enfadado sólo es una falta de tiempo, porque las personas no cambian de la noche a la mañana y porque la estupidez humana es infinita, si hay solución a algún problema es mejor actuar.

No se cree la persona más positiva y no quiere decir que no tenga malos momentos, claro que los hay y claro que puede tener ganas de no salir de la cama por un momento, querer que el mundo ruede sin que ella se entere, pero no por ello se pasa la vida pensando en eso.

Es determinada, una vez que piensa que las cosas ya tienen un camino a seguir pocas veces cambiará el rumbo, a pesar de que no se atormenta, tampoco es que disfrute el fracaso, se deja reprimir un momento y después sigue avanzando, tampoco es que sepa recular, es bastante cabezota.

Habla. Habla mucho, incluso pareciera que le falta el aire en ocasiones pero seguirá contando con pasión aquella historia que crea que vale la pena y también puede escuchar, sabe cuando mantener los labios sellados es un buen comportamiento, no interrumpe y pocas veces dará un consejo, esas son cosas de la vida.

La más pequeña, quizá una desgracia, quizá una buena fortuna, eso no se iba a saber pronto, pues los Walsh estaban demasiado ocupados como para ver si la nueva integrante era del todo bien recibida, dos hermanos mayores, de seis y cuatro años eran los que después se convertirían en sus compañeros de juegos. Su padre pronto se dio cuenta de que tener una hija no era tan malo y su madre finalmente vio su sueño cumplido.

En una familia americana de esas que aparecen en un comercial, aunque sin tanto lujo, una casa con los servicios suficientes para que no vivieran amontonados, pero nada que indicara un status superior. Una profesora de arte y un contador, dos personas que no habían pensado que sus vidas se cruzaran, ya podían contar con diez años de matrimonio.

La niñez fue algo que disfrutó, con las coletas desarregladas y las rodillas raspadas, eso era lo que dejaba estar con dos hombres, se tenía que unir a sus juegos si no se quería quedar jugando sola a las muñecas, así que patear el balón se le dio con facilidad, también adoraba jugar con autos y por supuesto que en poco tiempo también sabía defenderse. Su madre siempre indicaba que eso no era del todo correcto, pero no tenía tiempo para corregirla, tuvo amigas y también jugaba con ellas pero no era igual.

Su madre en un afán de quitarla de ese mundo, la metió a clases de baile, haciendo que dos horas al día le dedicara a ese arte, ya era grande para querer aprender de cero, pero con diez años todavía pudo hacer lo mejor. Las alumnas no la querían y tampoco la ayudaban, pero ella sonreía en todo momento y se esforzaba para que ese "plié" saliera a la perfección. Logró salir en un evento, aunque la mandaron en las filas de atrás, era demasiado alta, un pequeño descuido.

La adolescencia fue algo que le marcó, empezó la rebeldía, se salió de las clases de baile y empezó de nuevo a salir con amigas, pero poco le duró, extrañaba ese dolor en las piernas y la adrenalina de subirse a un escenario. Le pidió a su padre que la inscribiera en una nueva escuela, no cumplió su capricho y se quedó como maestra sustituta, a cambio de eso podía llegar a tomar alguna clase para ella, lo cual le parecía un buen trueque.

Los novios llegaron, el primer dolor de cabeza de sus hermanos y las primeras lágrimas brotaron de sus ojos, se dió cuenta que Disney no decía la verdad, que no había un "felices para siempre" y que los sapos realmente no se vuelven príncipes, que hay que hacer muchos sacrificios y que el amor "duele".

Algunas desventuras amorosas pasaron, pero lo peor fue cuando ella tuvo que dejar a su novio, ese con quien pensaba que sí iba a existir un final feliz, llevaban dos años juntos y estaban planeando un viaje antes de entrar a la Universidad, ya habían enviado sus papeles para ver si había suerte y eran aceptados, pero su madre tenía otros planes, la mandaban de uno de sus trabajos a Rusia, fue una noticia impactante, sus dos hermanos se tuvieron que quedar en Estados Unidos porque ya tenían una carrera avanzada, pero ella tuvo que migrar con sus progenitores.

El cambio no le sentó bien, perdió tiempo, su cabeza estaba vuelta loca, así vivió un año, su padre no estaba feliz de que su vida se fuera bailando, pero era algo que a ella le gustaba, así que dejó e impulsó que siguiera por ese rumbo, así que después de un año, volvió a entrar en la carrera de danza de forma retrasada.

Se adaptó al nuevo mundo que se le abría ante ella, era renuente, pero su personalidad no estaba para sufrir todo el tiempo, así que con altibajos logró posicionarse de nuevo. Durante el tiempo en la Universidad no logró tener alguna relación estable, aunque no quiere decir que se haya mantenido del todo quieta, salía con alguno que otro chico sin tener que llegar a formalizar nada, tenía miedo de que su madre de nuevo le dijera que tenían que mudarse.

Sus hermanos iban dos veces al año a visitarlos y parecía suficiente, tampoco parecía que tuvieran muchas ganas de irse a Rusia y por más que ella quería meterse en alguna maleta, siempre le fue imposible.

Después de algunos meses de graduarse, se dio cuenta que Broadway no era un camino demasiado fácil de conseguir, así que optó por otros rumbos, empezó con pequeñas puestas en escena que de verdad no le dejaban nada. El dinero no le iba a llover siendo bailarina de obras de teatro infantil así que decidió empezar a buscar trabajo de algo más.

Trabajó en restaurantes, bares y cafeterías, sus padres no sabían muy bien en donde estaba ella, porque siempre buscaba trabajos lejanos, no quería que se sintieran frustrados por la mala suerte que corría.

Hasta hace un par de meses que empezó a trabajar en Burlesque, sus inicios fueron como camarera y poco después se incorporó como bailarina en los shows, no es del todo el Broadway que esperaba, pero al menos baila y no se puede quejar de los ingresos.