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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 11:53 am

Farell
01.
Información Básica
“Cuando no sepas qué hacer, sé humano”.
Nombre
Makcahan, Farell.
Grupo
Svarog
Edad
42 años
Nacionalidad
Irlandesa
Ocupación
CEO Makcahan logistics
Orientación Sexual
Bisexual
Pb
Tom Hardy
02.
Historia
"La gente necesita el miedo para poder sobrevivir. Lo experimentamos, y así podemos hacernos más fuertes."
¿Sabes que es nacer en una familia que lo tiene todo? Bueno, en un seno irlandés de viejas costumbres y grandes oportunidades es donde nació Farell, el mayor de tres hijos y heredero de una organización ilícita. Tenía todo al alcance de sus manos. No de una forma figurada. Creció teniendo mucho poder desde su tierna infancia, apenas levantaba la mano para señalar algo, las opciones aparecían frente a él; bastaba con elegir para que fuese suyo. Lo tuvo todo, y aprovechó al máximo cada aspecto que le confería tales libertades.

Las apariencias a cubrir eran enormes, más cuando se estaba en un país extranjero y su padre afianzaba las proezas de su apellido. Fue educado para tomar el poder que cualquiera hubiese huido. Porque, ¿Quién querría cargar con semejante carga? Nadie. Nadie excepto Farell. El primogénito había nacido para esto. Labrado en cuerpo y alma por y para su familia. Un hombre que olía el dinero, que masajeaba las ganancias...

Todo parecía ir bien. Fue enviado a la universidad, estudió la carrera que no sólo fuese la gran fachada, sino de la cual aprendiera para ser el Rey Midas, un toque que lo vuelve todo en oro, vamos, dejen al hombre creer que lo era. Y, aunque muchos no lo hubiesen creído, él si, un buen estratega. A la llegada de la muerte de su padre, en una estrategia gubernamental, él ascendió, llevándose consigo a quien por aquel entonces era su novia.

Inmiscuido hasta las narices en el BREST, el burlesque y sus propios negocios ilícitos como no tan ilegales; fue llenando sus bolsillos de su propia cosecha. Un hijo leal, un hermano protector y un futuro esposo que llevó al altar a la mujer que prometía una vida de refugio y consuelo. Y es que, aunque no quisiera admitirlo, sólo en sus brazos lograba despejar su mente de aquellos tormentos que carcomían su existencia. Sí, quizá estuviera dramatizando, ¡a saber! Pero, siendo poco romántico, sólo con ella viviera una etapa de gran éxito en todo ámbito.

Años más tarde, nacería el pequeño que venía a cerrar el ciclo de toda pareja. Por supuesto que fue gran alegría y su familia compartía que seguían teniendo a aquel que continuaría con la línea sucesoria. Porque, señores, si ustedes no lo saben, los juegos de las mafias no se cortan de tajo, perpetúan como los reinados, pero a veces hay que seguir luchando en guerras; igual que esa pequeña lucha donde él salió perdedor.

Un "negocio" salió mal. En realidad había sido demasiado simple, no se cumplirían todas las cláusulas que su familia protegía con uñas, dientes y armas en el Tratado. Así que, él se negó a una distribución poco ventajosa. No le dio mucha importancia. Un no, de sus labios, era como una ley muda. Su control de las drogas lo volvía arrogante y poco paciente a los demás. Grave error. Le costó tan caro que, incluso en el pasar de los años, no ha regresado el consuelo a su alma.

Dicho error, cobró la vida de su esposa e hijo. Un suceso que marcaría su existencia como nada antes. Algo que le enseñaría que no era tan invencible como creía. No hay dioses en la tierra. Solo mortales con malas decisiones. Pero no por ello, exentos de demonios.

Delirante, a su estilo, sucumbió a la vida y se encasilló en sí mismo hasta que la sangre de sus enemigos cubrieron sus pies. No le dio las respuestas que necesitaba. Él quería saber...

Para entender ese gran enigma habría que describir el pequeño suceso.

Una noche fría, su hogar fue invadido por demonios. Carroñeros viles que buscaban enviar un mensaje. ¡Y vaya que fue escuchado! Era imposible no hacerlo cuando su vida se sintió como una montaña rusa a la deriva. Ese día, una casa ultrajada le mostró a la muerte en persona. Su esposa yacía dormida con el cabello desaliñado y la sonrisa desfigurada. Lo que era extraño, ella siempre lucía impecable. Fue tan desagradable verle en esas condiciones, pero no por su vida perdida de manera horrible, sino porque lo único que él alcanzó a cuestionarse era: ¿dónde estaba el zapato de su esposa?

Ridículo, ¿no? A su mujer le faltaban los tacones. Sus pies descalzos tocaban el frío piso. Uno de ellos se escondía bajo su melena rojiza. Pero no veía el otro por ningún lugar. Jamás lo encontraron. Ni siquiera el día en que la venganza tomaba un rostro. La sangre se acumulaba en los rincones y le habían dejado un hombre desdentado frente a él.

–¿Dónde está?– se escuchaba decir. ¿Dónde estaba su zapato? ¿Dónde? Pero sólo una risita temblorosa encontró. Dio media vuelta y no volvió a pensar en aquel hombre que manchó su hogar.

No crean que era una clase de fetiche. Pero todavía recordaba que Adara amaba ir descalza por la habitación, cuál bailarina se deslizaba por la alfombra. Farell solía reprenderla asegurando que pescaria un hongo que devoraría sus pies. Pero ella reía y seguía deambulando, descalza, feliz. ¿Dónde es que había quedado?

Era más fácil, para él, pensar en algo sin sentido como el calzado que el hecho de ir imaginando el sufrimiento de su esposa al ser ultrajada, la tortura de su pequeño... ¡Eso le volvería loco! Permitirse pensar en ello solo le pondría a un paso del sanatorio. Y él era Makcahan; entereza, honor y lealtad. Así lo hizo. Sus hermanos fueron sus aliados perfectos para mantenerse a raya, para continuar, para vivir.

Han pasado años desde la tragedia, y el hombretón, que sin olvidar, está retomando su vida. Es más frío de lo que alguna vez lo fue, pero más centrado en sus negocios que nunca. Aunque bueno, bien dicen que el tiempo lo cura todo, ¿no? Quizá, ha llegado el momento de hacerle frente de una vez por todas...
03.
Extras
“Hay cosas que un hombre teme confesar hasta a sí mismo, y cada hombre respetable tiene cientos de ellas almacenadas en su mente”.
Su padre solía tenerle mucho aprecio, pero se estaba pensando si debía elegirlo como sucesor, ya que para él, su primogénito era un tipo que sentía demasiado. No es nada bueno tener a alguien que no es capaz de pensar con la cabeza fría: todo odio, todo amor. Por ello es que, aunque se piense que es muy tonto creer en su amor por la familia, lo siente como tal. No es un oso amoroso, no señores, el amor no siempre es amable.

Desde la adolescencia, fue un tipo de buenas maneras y educación, poco dado a la tolerancia y paciencia. Pero, por muy explosivo que se sintiera, solía controlarse muy bien.

Solía ser el primer espectador de la violencia ejercida por la mafia irlandesa. No eran ni lo más dulces ni los más tranquilos. Así que si existía un alguien a quien hacer sufrir, prácticamente Farell tomaba soda y palomitas para presenciarlo. No se detiene si tiene que ser él quien infunda temor, le encanta el gore más de lo que debería admitirlos. Todos lo saben.  Eso sí, siempre sintió una especial compasión por los animales, ninguna tortura que los implicara, era bienvenida.

El primer año desde el asesinato de su esposa e hijo, no estuvo muy activo en los negocios, prácticamente los relegó al subdirector de la empresa con la supervisión constante de  Tyrone, ya que confiaba plenamente en la buena labor de su hermano, sin embargo, era todavía muy joven para liderar el mercado creciente de la compañía.

Prácticamente fue Damon quien lo sacó de la casa y de sus casillas. Ese muchacho y sus andazas que eran un grito al público lo vino a despertar de un bofetón, o le ponía el alto o vendría a embarrarles la cara ante los miembros del BREST. No se puede decir que lo haya logrado, pero su hermano menor era un tira y afloja para Tyrone más que para nadie. Farell es algo así como el mediador y quien toma el mando de la situación.

No se equivoquen al pensar que está sumido en su depresión, solo fue un león que de pronto se vio acorralado, en cautiverio, pero que recientemente alguien le ha sacado de esa jaula y él está más que complacido por ser el rey de la selva; o pelear por el trono, lo que esta analogía le hiciera destacar.
04.
Gustos y Disgustos
"Confía en tus impulsos, y ni siquiera tus propios pensamientos podrán traicionarte."
  • ¡Oh si!
    Ama el aroma de las mañanas con un buen café, pero no le gusta el café. No le verán beberlo ni por equivocación. Prefiere algo menos arrogante con su estómago, un vino caliente sería perfecto. No, es decir, una tizana estaría correcto.

    Siempre se ha sentido fascinado por los automóviles y todo lo que esté sobre ruedas. Tiene una bonita colección de autos y motos, pero solo usa uno, porque le da pereza ir cambiando, además su chofer es igual de vago para sacar otro del “almacén”.

    El arte, junto a su padre compraban buenas piezas. No era un amante de eso, sino de los negocios que hacía con ello. Revendía las obras con buen margen de utilidad, hasta que su padre lo pilló y lo prohibió. Después, estando en el mundo del tratado, entendió los porqué. Hasta ese momento, labró el verdadero gusto por el arte en general.

    Los animales; tiene varios cachorros esperando en casa. No es un hombre de cariñitos, pero sí de paseos. Si tenía que viajar por negocios o vacaciones, siempre llevaba consigo alguno de los perros. Posee, además, un pecera empotrada, gigantesca de agua salada en su oficina, toda una pared.

    Farell disfruta del ciclismo y acampar, ni teniendo una junta muy urgente podría aplazar una salida de campamento con sus hermanos. Él no se dedica a la caza, sino al disfrute de la escalada.

    ¡Oh no!

    Las drogas. Irónico, ¿no? Tres veces ha probado alguna sustancia, una elevación y pensó que era la peor sensación de la historia. Aunque Adara gustara de fumarse un porro de vez en cuando.

    La comida que mezcla lo salado con lo dulce. ¡Mayor repugnancia de la historia! Eso no es para él, no posee un paladar muy fino, y no le interesa no tenerlo. Una pasta, vino y después a la cama. Es que no hay más. La comida jamás ha simbolizado un gran aliciente.

    Las corbatas. Una tortura a la que le pone mala cara al espejo. Las usa por mera etiqueta, pero si por él fuera, las vetaría de toda Rusia.

    Viajar en avión, le fascina la idea, su construcción, su estética, pero subirse es poner su corazón tan loco como un perro buscando a un zorro. Cada que abordará un avión, revisa las estadísticas de muerte actualizadas. Si sobrepasan el número que su cabeza ha destinado como “favorable”, no sube ni de chiste.

    Goma de mascar. Sencillamente, asqueroso.

C y a l a n a



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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 11:59 am

INDICE


¡Aquí radica el poder!

NombreMakcahan, Farell
LíderMafia irlandés
Negocio legalLogistica
Negocio ilícitoDrogas
InteresesLa Familia
expediente
cronología
relaciones
móvil
link
link



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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:00 pm

CRONOLOGIA


CRONOLOGÍA

Abiertos

Ho bisogno di una pausa → con Coppola, Isabella.
Pas de bourree → con Walsh, Hope.
Lucha de titanes → con Kuznetsova, Zaria D.
Prohibido no luchar → con Kho, Hezza.
Wonderland → con  Volkov, Anton V.
Debt → con Gallaher, Brianna.
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.

Cerrados
Visión Lúdica → con Walsh, Hope.
¿Plata o plomo? → con Zaria.
La heroína es para el héroe → con Volkov, Yerik.
Lo inexpresable → con Stanley, Amber.
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.

Inactivos
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.
Título del post → con quién.
© HARDROCK
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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:02 pm

TELEFONO



12:56
Muy ocupado por el momento, si tienes suerte, quizá hasta te regrese la llamada.

15:16 h
Sábado, 26 de Sept


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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:06 pm

INSTAGRAM

@Mak_Farseguir
600 publicaciones600 seguidores60 seguidosMakcahan, Farell Observa, escucha y aprende...



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PUBLICACIÓN:

Mak_far
Makcahan, Farell Compañía.
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PUBLICACIÓN 2

@Mak_Far
Makcahan, Farell Las Meninas. El ritual del arte.
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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:08 pm

BUSQUEDA


Los gangsters de irlanda



Hermano / 34 años / Mafia Irlandesa / Pb. Sam Claflin


TYRONE MAKCAHAN

El hermano de en medio, el siempre dispuesto y servicial. Solías correr tras Farell siempre que podías, era tu ejemplo a seguir y tú guía. Como en todo, el tiempo pasa y comienzas a forjar tu camino hacia donde decides. Tu padre les coloca a tu hermano y a ti en el sendero de los negocios, porque allí es donde encontrarás la verdadera fortaleza y conocimiento para sacar adelante el gran negocio familiar, eso que hace que puedas darte lujitos cada día.

Igual que Farell, han destacado a la hora de hacer negocios. Pero tú tienes esa vena mucho más diplomática, eres todo un visionario que usa la tecnología y todo a tu alcance para volver del Makcahan Logistics, una empresa internacionalmente reconocida. Te encanta el dinero, como a cualquiera, pero a diferencia de tus hermanos, tu amas trabajar para conseguirlo.

Después de la muerte de la esposa e hijo de tu hermano mayor, asumiste por un año la presidencia de la compañía y fuiste la cara activa frente al BREST, hiciste un trabajo memorable; sin embargo, ante la “recuperación” de Farell, éste te ofreció la vicepresidencia y ser su mano derecha en la mafia, y es allí donde ahora te encuentras desempeñando tu trabajo.

Te has ganado todo respeto y orgullo del líder y hermano mayor, por lo que tus decisiones prácticamente son las de él mismo. Eres el encargado de gestionar y supervisar los embarques, mantener limpio el historial de los Makcahan frente a la ley es tu gran cometido.

Mas detalles a tener en cuenta por medio de la administración.

Requisitos:
- No se pide 24/7 pero un par de respuestas a la semana sería perfecto.
- Personalidad y Pb son completamente a tu estilo, guardando, por supuesto, la relación con el personaje.
- Por favor, relaciónate con “todos”, haz dramas y tramas; diviértete con el pj.
- Recuerda que Tyrone y Farell son hermanos, por lo que tener buenos temas juntos, vendría genial para el crecimiento de ambos personajes.


Ocupado:

Guardaespaldas / 35+ / Pb:Libre / Masc


SPICE

Es un tipazo. Un hombre fiel, servicial y quizá un poquito impulsivo. A diferencia de Farell, tiene una cara de buenos amigos. Siempre charlatán y con un apetito voraz. Suele ser de buen diente y aceptar las comidas que su jefe invita. ¿Una cita de negocios? Bueno, no le verán a la espalda del líder, siendo un cara larga, en absoluto. Estará a dos mesas comiendo feliz de la vida, eso sí, cual gato; sigiloso y pendiente. No hay nada que se le escape jamás.

Es un tiburón cuando se le requiere. Disfruta tanto como su jefe el impartir buenos plomazos. Incluso, podría considerarse todo un sádico, pero vaya que bajo esa careta de puritano podría serlo.

La forma en que se conocieron fue bien simple. Un anuncio. ¡Ah, menuda gilipollez! Pero así fue. Un anuncio de la compañía Makcahan buscando guardia de seguridad. Te presentaste con toda la intención de no hallar empleo, porque te gustaba ser todo un parásito, en realidad tenías un buen trabajo y esto solo era como probar suerte. Joder, un empleo bien remunerado sin hacer nada. ¡La gloria!

Obvio, no te eligieron. Eras demasiado joven. Con tan solo 25 años, ¿qué podías hacer? Sin ninguna preparación que lo ameritaba, apenas estudiando una carrera técnica. No, esto no era para ti. Entonces, ¿cómo llegaste aquí? El chico de la mensajería, ese puesto era suyo. ¡Claro que sí!

No lo fue.  Tampoco te incorporaste. Después de tanto, allí estabas. Ahora se había convertido en un reto. Dos años después, la vacante de guardia de seguridad se abría ante tus ojos. Y esta vez, ya tenías un curriculum que respaldara tu estadía. Pero, los Makcahan eran difíciles de roer, así que quedaste fuera. Con total molesta, te presentaste ante la oficina de Farell, estabas cansado, tú tenías lo suficiente. Te quedaste esperando todo el día. Todo el maldito día sentado, sin comer ni beber. Y la vida te dio la recompensa. No como lo esperaste, porque al final del día el director no iba a recibirte. Una pena. Regresa mañana. Jah. No, señores, tu tenías que hablarle.

Lo hiciste. Te metiste con toda la intención de hacer una escena. Digamos que un poco decayó tu ánimo al ver al hombretón tras un inmenso escritorio firmando documentos. Éste levantó la mirada, un dejo de sorpresa se cruzó por su mirada y quién sabe qué habrás dicho, porque cuando terminaste tu verborrea sobre la vida, oportunidades y blabla, Farell te indicó que te presentaras al día siguiente.

Desde allí, fuiste su chofer. Menuda desilusión, pero en tan solo veinticuatro horas, te diste cuenta que era mucho mejor que ser un simple guardia de seguridad. Y encontró en ti, toda personificación de la lealtad. Como una sombra. En eso justamente te convertiste.

Requisitos:
- No se pide 24/7 pero un par de respuestas a la semana sería perfecto.
- Personalidad y Pb son completamente a tu estilo, guardando, por supuesto, la relación con el personaje. La historia es modificable a tu antojo de los cómo y porqué está dentro de la mafia, ahora sí que, haz este personaje completamente tuyo; lo demás es bosquejo.
- Esta búsqueda es de lealtad, es su hombre más leal y no debe existir el drama de una puñalada por la espalda.

Gánsters / 30+ / Pb:Libres / Indiferentes


MR. & MRS. DYNAMITE.

Esta pareja de patanes extrovertidos son la cara más bonita de la mafia irlandesa. Absolutamente lo son. La certeza de que belleza e inteligencia pueden ir unidas; lo represen ellos dos.

Son las personas encargadas de la distribución de la droga en Rusia. Solo dos para este gran trabajo, señores. Es que nada más se necesita al Mr. & Mrs. Dynamite para que esto funcione. Son viajeros y conocedores. Ellos son la cara de las drogas, de la mafia y el poder en los suburbios. Son quienes llevan las dotaciones a sus distribuidores, vendedores e incluso, a veces tienen tratos directos con revendedores. Buscan camellitos educados y  saldan cuentas cuando su tiempo se los permite.

Mr. Dynamite es el tipo más singular posible. Es enérgico con un carácter chocante que puede ir de intimidador a divertido. Pero jamás se te ocurra reírte de él, porque en menos de lo que una carcajada suena, Mrs. Dynamite ya estará metiéndote un tiro entre ceja y ceja.

Mrs. Dynamite es encantadora, una sonrisa preciosa capaz de derretir el tempano que golpeó al mismísimo Titanic. No tiene razón de ser. Es toda diversión, coquetería y chulería. Es la mujer que te hace pecar. Pero no te creas que allí como la vez, siendo fresca, una diosa, no es capaz de hacer que te comas la lengua por mera diversión. Y cuidado se te ocurra mirarla de más, porque Mr. no tiene nada de paciencia.

Esta pareja se complementa perfectamente. Trabajan juntos y así ha sido desde hace mucho tiempo. Cuando veas llegar a uno, prepárate, porque el otro andará cerca, observándote, cazándote.






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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:24 pm

ROL BANDERA BLANCA HOPE

Bandera blanca

¿Hope odiaba a sus padres? Mucho, siempre habían decidido por ella y en esa ocasión no había sido diferente, cuando vio todo se había derrumbado de nuevo y la querían llevar sin reparos hasta Estados Unidos, ahí donde ella había querido volver mucho tiempo, pero que ahora pensaba que no era la mejor de las ideas, no quería, ya se había asentado en Rusia, ¿Por qué sus progenitores se empeñaban en hacer de su vida un papalote? Después de dos semanas en donde los pleitos se hacían cada vez más frecuentes en la hora de la cena y que ella en verdad no les dirigía la palabra, ni tampoco hacía el mínimo esfuerzo por buscar trabajo, lo decidió. Su hermano mayor le iba a ayudar para pagarle el boleto de vuelta a Saint Petersburgo.

Su despedida fue dando un portazo y saliendo con la maleta en mano, tirando de ella con fuerza, no era una cría y la trataban así. Le había costado conseguir todo para que su llegada a Rusia no fuera complicada. Llevaba apenas un par de días y sentía que el pecho le punzaba un poco por la angustia que sentía, ¿Qué iba a decir en el Burlesque? Ya no tenía ni idea, pero había algo que también le preocupaba y mucho, ¿Qué le iba a decir a Farell?

Después de mucho pensarlo, decidió que enviarle un mensaje de texto era buena idea, le había escrito primero por Instagram y después consiguió su número para poder concretar una cita, había dicho que en un restaurante de esos que se encuentran en largas calles llenas de comercios, nada muy elegante, si por ella fuera, quizá comida en la calle no era mala opción, pero quería pedirle disculpas de verdad, después de todo él iba a darle una oportunidad y ella lo había echado a perder. Se mordió los labios con un poco de fuerza mientras se acercaba hasta el sitio donde había pedido una reservación, se dio cuenta que en verdad no era tan necesario, estaba muy vacío. Se sentía acongojada, no le gustaba que la gente pensara mal de ella pero así eran las cosas. El móvil había timbrado muchas veces con el número de sus padres, pero no les había hecho el menor caso, a sus hermanos ya les había avisado que había vuelto sana y salva.
Farell 19:30 Restaurante





RESPUESTA FARELL

Bandera Blanca
Acción y reacción; todo en perfecta sincronía, así es el Universo

Las semanas transcurrieron. En los primeros días se había dado a la tarea de buscarla, su mirada siempre atenta, incluso, bajando de los palcos. Pero así como le vio así mismo se esfumó en sus narices. Preguntó por ella de una forma casual. Un día, simplemente no volvió más. Su investigador dijo que toda su familia salió de Rusia. Era de esperarse, después de todo, ella buscaba otras formas de hacerse notar en algo que amaba hacer. No le conocía bien. Apenas y tuvo acercamiento real. Así que, como todo en la vida del irlandés, tuvo a bien dejarle ir. Lo que, vino a ponerle de muy malas pulgas porque inclusive habló con Yerik para darle unas noches a la semana en escenario; algo impropio de Farell que poco tenía que ver con el burlesque. Era uno de esos observadores del negocio. Aunque, después de la fatídica noche de la celebración del día de muertos, él se estaba involucrando mucho más.

Envió a su hermano menor al extranjero en lo que las aguas regresaban a la tranquilidad. Comenzaron las investigaciones sobre el personal a cargo de cada uno de los miembros del Brest e incluso, gente que solo se cruzaba con ellos. Farell estaba llevando las cosas a un grado casi clínico mientras buscaban donde estaba la ruptura. Iba a encontrarlo, y estaba más que seguro que sus demonios saldrían de cacería como viles carroñeros. Ansiaba la sangre como parte sustancial de él. Pensaba en ello cuando el mensaje llegó. Nadie le enviaba mensajes por insta. Así que le pareció extraño. No mentiría, lo vio varias horas después por su poca familiarización con la app.

Como sea. Fue todavía más extraño de quién era. Después de semanas, le contactaba. Fue peculiar, intercambio de número y resultó todavía más raro. Su mente le sugería que debía pasar de aquel encuentro. Volvía el recuerdo de su molestia e incomodidad. Pero él no era un cobarde que no se enfrenta a las emociones y mucho menos cuando se trataba de mujeres. Una vez pactado, solo esperó la llegada del día. No pasó mucho, porque estaba quitándose de encima los lastres emocionales que dejó la partida de Andrew. La adaptación resulta cansina.

Ese día, como tantos otros, tuvo que solucionar problemas de la compañía y de su hermanito. Ese chico le sacaba de sus casillas de vez en cuando. Estar lejos mataba el poco buen humor que le quedaba. Decidió que era momento de volver, al menos aquí lo tenía vigilado de cerca. No estaba confiado en que todo marcharía bien, pero…

Farell no conocía el lugar donde quedaron. Él habría dado mejores sugerencia, sin embargo, optó por no hacerlo cuando la mujer lanzó la propuesta. Ari, su guarda, si sabía y le llevó directo poco después de las dieciocho horas. Aparcaron a dos cuadras, en un estacionamiento oscuro y que le hizo querer volver a montarse en su mercedes. Caminaron juntos, porque últimamente no se le despegaba, algo así como nunca. Hasta se había tomado el atrevimiento de dormir en casa de su líder. Un caso.

Dio el apellido a la hostess quien les acompañó a la mesa. Hope lucía tal cual el recuerdo. No es como si hubiese esperado que cambiara, es solo que no tuvo el tiempo necesario para memorizarla a detalle. Era hermosa, joven y su larga melena dejaba espacio a la curiosidad de sus hombros.

Señorita Walsh— saludó y giró hacia su guarda, —ponte cómodo, Ari— negó haciendo un gesto con la mano para que Makcahan tomara asiento. Sonrió. Estas crudas semanas no se le despegaba de encima. Añoraba los momentos en que se sentaba a unas mesas de distancia donde no era capaz de escuchar nada. Ahora lo sabía todo de primera mano. Un fiel sirviente, ¿no es lo que desean todos? Tomó asiento. —Luce bien, el sol de América le ha sentado a la perfección.


Walsh, Hope • 19:30 • Restaurante
Bella by DD




RESPUESTA HOPE

Bandera blanca

Estaba avergonzada, mucho, es que todavía no entendía cómo era que todo se complicaba en su vida de una forma tan repentina. Había pasado muchas noches en vela, incluso el mensaje que había enviado por Instagram lo había querido enviar muchas veces, pero terminaba arrepintiéndose. No tenía la cara para plantarse en frente del hombre y a pesar de ello ahí estaba, esperando que llegara, ¿Y si la dejaba plantada? Bueno, era un riesgo que iba a ser capaz de correr en esos momentos, no le iba a reprochar nada al mayor, Hope se lo tenía merecido, eso le causaba malestar.

No era capaz de decirle que sus padres la habían agarrado como una maleta más y la habían llevado de vuelta a Estados Unidos, ser "la pequeña" de la familia le daba muy pocos derechos y bastantes obligaciones, en algún momento quiso ser más independiente, ahora tenía esa libertad que en otros tiempos sólo había llegado a acariciar. Afortunadamente su casera le había dado un cuarto, no tan amplio como el departamento donde estuvo antes, pero algo a nada, era mucha ganancia para la castaña en esos momentos.

Se miraba las uñas, se arreglaba el cabello detrás de las orejas y tamborileaba los dedos en la mesa mientras que se le iban incrementando los nervios de una forma en la que tenía tiempo que no experimentaba. Miraba la puerta cada tanto y cuando lo vio cruzar la puerta mostró una leve sonrisa mientras que la tranquilidad le iba sosegando el interior. No se levantó, pero mantuvo el gesto amable hasta que él llegó. También recordaba a su guardaespaldas, no se podría olvidar de ese hombre aunque quisiera, era de esos que impactaba.

—Gracias, señor Mackahan, y también gracias por venir.— Se humedeció ligeramente los labios porque las palabras se le acababan. Un nudo se le hizo en la garganta en ese momento, además de que se sentía incómoda de que Ari no se hubiera movido demasiado de donde estaba su jefe, suponía que después de todo eso era su trabajo. —Tuve que irme, sé que le he fallado y no pretendo venir y pedirle otra oportunidad, sólo quería pedir disculpas de frente.— Porque Hope podía ser muchas cosas, pero nunca iba a ser de esas que no diera la cara cuando tuviera, ella estaba pagando por la irresponsabilidad de sus padres, pero afrontaría las consecuencias. —Espero que acepte mis disculpas.— Tal vez había iniciado la conversación demasiado pronto, pero ya no soportaba no poder decir que en verdad estaba arrepentida.

Una camarera se acercó con unas cartas en la mano, mismas que dejó cerca de todos. —¿Usted ha estado bien?— Le observa con atención y mueve su cabeza lentamente, aunque cruje ligeramente su cuello, definitivamente está muy tensa.
Farell 19:30 Restaurante


[/quote]


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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:25 pm

RESPUESTA FARELL


Bandera Blanca
Acción y reacción; todo en perfecta sincronía, así es el Universo

Verla no fue lo que esperó. Quizá estaba demasiado roído por los sucesos que acontecieron en el burlesque que al pensarlo ahora, sentía un gran alivio de que ella no hubiese estado allí. Algo bueno salía de su huida a Estados Unidos. Por la investigación, no habían declarados los porqués la familia completa se trasladó de St Petersburgo. Farell imaginó que se debía a ella y alguna mejor oferta. Se había desilusionado un poco, pero entendía que las personas buscaban mejores razones para el éxito. Él mismo habría tenido algo más que hacer de no tener un legado familiar, no era de los que se conformara mirando al vacío. Sin embargo, seguía molesto porque así como le contactó para verle, pudo hacerlo para informarle que se iba. ¿Se estaba dando demasiado interés? Al final, solo optaría por suspirar ante aquello.

Asintió tomando asiento, de repente se le antojaba un poco de alcohol en su sistema, el día de hoy no había bebido ni una pizca, su médico le hizo tal sugerencia. No el de no beber, sino el no hacerlo tan temprano. ¡Jah! Como si eso supusiera algún gran cambio. Como sea, allí le veían haciéndole caso al uniformado de blanco para mantener su cabeza ocupada. Ahora no lo necesitaba, lo que necesitaba era el jodido alcohol. Esperó. De eso se trataba esto, esperar las palabras que llegaron con rapidez. Estaba… conmovido por ello.

Descuide, señorita Walsh— vale, tendría que bajarle a eso, hablar de usted le gustaba, pero ella era demasiado joven para los formalismos, —no tiene por qué darme una explicación, entiendo perfecto que tuviera que salir de Rusia— no lo hacía, —así que acepto sus disculpas, no me debe nada, y si lo siente así, le pido que expire tal fragmento de culpabilidad, con lo que respecta a mí, no existe ofensa alguna— existía, pero ¿para qué mencionarlo?

Cogió la carta para echarle un vistazo, ante la pregunta de la joven levantó los ojos hacia ella suspirando con resignación por su guarda más que por ella.

He estado mejor— respondió dejando la carta sobre la mesa, lado izquierdo, la movió para que no se viera desequilibrada, —las cosas han ido un poco lentas en el mercado de valores, pero la compañía se sostiene. ¿Qué hay de usted? ¿Ha venido de vacaciones? Es una temporada poco animada para los rusos— la camarera regresó, —un whiskey, doble, seco, y por el amor de Dios, haga que este hombre se retire— su guarda balbuceó algo y se fue a sentar frente a su líder tan solo una mesa de distancia. —¿qué le apetece comer? Jamás había venido a este lugar, es… acogedor— él ordenó algo no tan elaborado, prefería su bebida antes que comenzar la cena. No le gustaban las entradas, así que pasó de ella y si hubiese tenido más confianza, se habría pedido el postre porque le causa buen agrado comenzar por las cosas más dulces del menú.



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—Yo tampoco he venido aquí nunca, pero recordé que tenía guardaespaldas y que me iba a odiar más si es que se me ocurría invitarlo a comer por el barrio donde vivía.— Porque ella pocas veces se iba a un restaurante, no es que viviera mal, pero el dinero no le sobraba, estaba bien para sobrevivir. —Así que no tengo idea, aunque si gusta podemos pedir alguna sugerencia a la camarera.— Era la mejor de las opciones que tenía en ese momento, pero él pidió y entonces mostró una sonrisa. Había pedido un plato sencillo, nada que impidiera que después pudiera llegar a perder el sueño, así también solicitó un trago, algo menos amargo, para ella se pidió un vodka con agua tónica. Después de todo estando en Rusia debería de aprovechar la bebida nacional.

Había evitado un poco el hablar de ella, se había entretenido con la comida, sentía que el guarda de Farell no les quitaba los ojos de encima, quizá se pensaba que a ella le gustaba meterlo en zonas donde no era bueno estar. —No he venido de vacaciones, la vez anterior mi familia decidió que salir a Estados Unidos era una buena opción, mi hermano dijo que había conseguido un buen trabajo, a todos se les hizo fabuloso menos a mí, pero se piensan que tengo dos años.— Rodó los ojos con enfado, todavía el hecho de recordar aquello le molestaba en demasía. —Pero he vuelto, creo que he hecho algo aquí aunque en principio me quejaba amargamente, porque era así, no es el momento para negarlo.— Sentía que no debía de mentirle ni un poco a Farell. —Supongo que las disculpas no son mi fuerte y que no remedian nada de lo que pude haber hecho mal, pero créame que pensaba en enviarle mensaje estando desde Estados Unidos, pero me avergonzaba mucho, de hecho sigo con esa pena, aunque usted diga que no, la verdad es que no creo poderme de librar de la culpa tan pronto y creo que invitarle aquí no resarce mucho el daño.— No hablaba del daño como si fuera algo irreparable o como si lo hubiera lastimado, pero había hecho las cosas mal y él lo sabía.

—Imagino que los negocios siempre están a la orden, supe que los últimos días no han ido bien las cosas.— Porque las noticias siempre volaban, sobre todo las que eran malas. —Espero que a usted no le haya afectado tanto.— Lo observa y oprime sus labios levemente, un poco angustiada por la situación, aunque haber estado ahí tampoco habría causado ningún cambio para el hombre. La camarera trajo los tragos de ambos y Hope tomó el suyo, aunque sin beber, sólo jugó con el vaso entre sus dedos.
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Le causó cierta sorpresa que le dijera que no había venido. Él solía invitar a sus conocidos y amigos únicamente a lugares conocidos para saber la calidad del servicio y producto. Así que realmente podría resultarle divertido estar allí comiendo quién sabe qué. Le hizo reír saberlo así como si no existiese nada de malo en ello. Joder, era todo un líder de la mafia, bien podrían envenenarlo y él fue de lleno sin cuestionamientos de ninguna índole, solo porque una mujer le había citado. Eso era tan absurdo y descabellado que de poder, reiría a carcajada suelta, salvo que solo rió por la franqueza de Hope al desvelar aquello.

Es mi niñera, no se lo tome personal— normalmente no odia a la gente, quería decirlo, pero lo cierto es que creía que si odiaba a todos. De allí que le agradara tanto, eso y su bravuconería malintencionada cuando estaba en su elemento, no siendo un simple guarda llevando al jefe a jugar. —Uhm— una sugerencia. Bueno, era un restaurante ruso, la comida era la tradicional que no le causaba ningún problema en identificarla. Él prefería la italiana, pero solía comer demasiada como para ponerse exquisito en estos momentos. Además, estaba obligado por su bebida a necesitar menos que eso. —De todas formas, no se preocupe por ello, este lugar es perfecto— por ahora. Que volviendo a sus predicamentos anteriores, le dirigió una mirada a su guarda quien asintió y salió del lugar.

Cogió la servilleta y la colocó sobre su muslo izquierdo escuchándole. Volvía a parecerle graciosa toda esta situación. La familia suele mandar. En estos lares con una Rusia tan independiente, te encontrabas con que los hijos emprender el vuelo tan rápido y lejos que apenas te das cuenta que ya no están aquí es que ya vienen de regreso. Pero la familia americana es otra cosa, es demasiado dependiente a sus familias y amigos. Igual que los Makcahan, que claro, ellos eran una cuestión de honor, entendía de ello. El honor te hace ir tras tu gente, pero ese mismo te hace reflexionar sobre donde te encuentras y dónde vas.

Asintió.

Entonces, no le gustó la idea de irse— comentó por la molestia en su hablar, notaba que eso además, la vino a poner en una situación que se salió de sus manos y tenía que recuperar. Que terrible era eso de perder el control y no poder hallar la forma de hacerse otra vez de el. —Vamos, hemos quedado que no hay culpa alguna. Pero debo de admitir que no dejar ningún mensaje, ni siquiera en el Palacio no ha sido una acción muy inteligente — Ari regresó con un asentimiento. Pasó a ocupar su lugar donde la mesera pidió su orden. Orden que por supuesto, pagaría el irlandés. —¿Piensa regresar?— la pregunta del millón, ¿dónde sino le vería otra vez? Quizá esta sería la verdadera despedida.

A decir verdad, suena que sus razones de huida han sido perfectas a este punto— ¿estaba pensando de más? Exagerando, quizá. Ella se fue poco antes de que todo se tambaleara y ahora estaba allí, otra vez. Farell tuvo que recurrir a la reprimenda mental. Solo estaba sacando ideas confusas donde no existía nada. —Hay riesgos en estos casos, la prensa ha sido benevolente y ha sacado a relucir una historia encantadora, pero descuide, no he tenido mayor complicación— después de todo, hablar de socios era algo muy necesario pero conservador. Él no estaba vinculado al burlesque de forma tan abierta como los otros socios. —La muerte es parte inherente a la vida, ¿no es así?— sabía que ella hablaba de forma en que la prensa lo manifestó, delincuentes, robo… nada más alejado de la realidad.

¿Quiere, acaso, pedirme algo, Hope?— no comprendía su actitud, no la veía como una chica retraída, solía ser más habladora, —puedo ayudarle a regresar al Burlesque, aunque no dudo que La Zarina no diera su visto bueno de usted pedírselo— Farell no solía inmiscuirse mucho en esos aspectos, lo que él hacía era proveer la droga más fina y con una calidad insuperable. De allí que hablase con Yerik para darle a Hope unos días en el escenario, para que fuese él quien diera la instrucción y solicitud. El nombre de Makcahan apenas y era pronunciado a menos que fuese Damon.

Hizo lo mismo, moviendo su vaso aunque él si terminó por beberlo.



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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:26 pm

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Sonríe levemente y voltea a ver al guardaespaldas, para luego observar a Farell. —Entiendo que tenga que cuidarle, así que no me voy a quejar de ello, pero siento que no le agradan los lugares a donde hago que se metan.— Porque Hope nunca pensaba en ello, quizá vivía en constante peligro y no lo sabía, pero no había mucho que le pudieran hacer, tampoco cargaba nada de mucho valor, así que la preocupación era poca, aunque había aprendido a reconocer cuando la gente no le caía y cuando sus alarmas se encendían, lo cual le había traído beneficios.

—No, no ha sido para nada inteligente, pero es que me desperté con la noticia y sé que no hay excusa, así como te busqué por instagram ahora que volví, pude haberlo hecho cuando me fui, y no buscaré pretextos, actué mal yo también.— Porque eso no había forma de negarlo de forma alguna, después de todo Hope se había dejado dominar por la ira. Tenía poco en Saint Petersburgo, pero iría al Burlesque, esa era su intención, tal vez primero debió acudir ahí, pues seguramente el pago del alquiler no le permitiría una disculpa, pero sin duda se sentía en deuda con Farell, todas las noches de esfuerzo ensayando una coreografía que no sería vista. Ni siquiera tenía que lamentarse, los culpables estaban lejos y ella también lo era por no poder plantarse.

Encoge los hombros, no creía que fuera bueno haberse ido, le traía varias desgracias, una tras otra como si cayeran como las fichas del dominó. —Le creeré que algo bueno tuvo mi "escapada" a Estados Unidos, aunque debo decir que extrañé el frío de aquí, es raro, pero es cierto, creo que no me llevo bien con los cambios, si es que no me toman en cuenta.— Porque así había sido siempre, cuando todos decidieron llegar a Rusia ella había venido como anexo, sin ser escuchada, pero ahí era menor de edad y no podría haberse defendido de absolutamente nada, ahora también la habían tomado desprevenida, pero se había ganado a su hermano, quien no soportó ver su gesto de borrego moribundo. —Me alegra que esté bien.— Lo dice en serio. Al menos las noticias que corren no dicen nada demasiado grave, pero siempre se esconden cosas, ella lo sabía, había visto algunas cosas extrañas en el Burlesque, pero sin duda abrir la boca no estaba dentro de sus planes.

Negó con la cabeza lentamente. —No, no, por favor, ¿Cómo cree que voy a tener la cara para pedirle algo? Sólo quería disculparme, en verdad, como bien dice, pude enviar un mensaje que al menos dijera que no estaba huyendo hacia Narnia, pero el coraje que tenía no me dejaba. Ahora estoy viviendo en otra zona de donde estaba hace tiempo y bueno, sí quiero volver al Burlesque, pero esa será una batalla que pelearé sola, no se preocupe.— En ese momento aprovechó para estirar la mano y darle un leve apretón en la de él, no quería que pensara que ella era interesada, había motivos que la habían llevado a pedirle aquella reunión, pero ya los había expresado. —Ya veré que hago para que me dejen entrar de nuevo en el Burlesque, aunque tenga que estar detrás de la barra por algún tiempo.— Ella sabía que tenía que ir dando un paso tras otro para poder llegar a donde quería, no era la única vez que le había tocado trabajar desde abajo.

Esta vez sí que bebió algo del vodka que había pedido, sintió como su garganta raspaba, después de ello devolvió el vaso a la mesa. —Tampoco se crea que he visto mucho de las noticias, pero ya sabe, las paredes siempre hablan y aunque uno quiera escapar de los chismes siempre aparece.— No iba a negar que verlos asentir con la cabeza le ponía de los nervios, pero suponía que se tenía que acostumbrar a que así era siempre y así sería si es que se veían de nuevo. Pensarlo le causó un poco de confusión, pero tampoco haría caso a su cabeza, era cierto que últimamente no pensaba de la forma adecuada.

Farell 19:30 Restaurante





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No son a él a quien tienen que gustarle— en barrios realmente malos se había paseado Farell, no por elección, sino buscando ratas. Y digamos que aunque él era pacifista con los animales, no tanto cuando encontraba algunos rastreros queriéndose pasar de chulitos en sus calles. Todos se creían gánsteres aquí, hasta el que era usado de mula pensaba estar cerca del escalón más alto, se les comenzaba a olvidar que no eran más que sabandijas bajo los zapatos de alguien, y ese alguien, para su desgracia, era este irlandés que no solo era un astuto cazador, sino que disfrutaba de la simpleza de los juegos de búsqueda más que la sangre.

Así lo creo también— ¿qué más podía agregar? Castigar a las personas no era su gran aliciente ahora, tenía puesta la mira en otros, aquellos que se habían manchado las manos con la sangre de Andrew. Alguna vez Lyssandra apoyó a su causa, le entregó junto a los otros miembros del Brest a quién convirtió en un mausoleo su hogar. No habían preguntado nada después de ello. Fueron tumbas y muertos. Un pasado que se antojaba recreativo a la luz de la luna cuando la soledad podía pesar con fuerza sobre el cansancio de más de cuarenta años vividos. —Deje de castigarse por eso, es el pasado, Hope Walsh.

Sonrió agregando: —como a todos, los cambios siempre son buenos, pero eso implica que sean aceptados primero por nosotros mismos, sin ello, no veo porqué querríamos el cambio en primer lugar. Aunque— igual que ella, el frío era su elemento, paisajes nevados y agua helada, —coincido que el clima de Rusia es lo más entrañable— él había estado lejos durante sus años formativos, Estados Unidos un par de años, Alemania y finalmente Italia, donde conoció a su difunta esposa. Y pese a que en esos lugares existían climas extremos, Rusia era lo más destacable, aquí el invierno era demasiado crudo para ser real.

No es ningún inconveniente, debo mencionar— pedírselo a La Zarina como un favor, una cosa de nada, algunas cosas pedidas con anterioridad habían entrado en el límite de lo permitido. Aunque nada de ello le había descolocado tanto como esto. Todavía se estaba pensando lo extraño de la situación, en demasía. Nadie va por allí manifestando una disculpa y sin siquiera pedir algo más. Pero, ¿qué podría querer más allá de su trabajo de regreso? Giró la mano para atrapar la mano de la americana antes de que la retirara, —usted dedíquese a conseguir el empleo de vuelta y cuando este dentro, yo mantendré mi palabra de una noche…— soltó su mano. El contacto había sido suave, le agradó más de lo que podría recordar.

El terror de la ciudad en un día conmemorativo, fue solo un susto, nada que las paredes no quisieran callar— la muerte de Andrew se mantenía siendo un misterio, pero ellos lo resolverían, porque Farell no estaba listo para rendirse. Esta era la clase de sacudida que todos estaban esperando, los viejos lobos salían de la cueva, furiosos y hambrientos. Él lo estaba. Literalmente.

La comida fue llevada a los pocos minutos, pidió otra bebida.

¿Me dijo que se estaba quedando donde antes?— inquirió moviendo su plato blanco con el pelmeni aún más blanco, las cremas no eran sus favoritas, pero la salsa bien podría ser mejor; cogió el tenedor y lo puso en la orilla del plato, con el mango descansando sobre la mesa. —Quizá ahora que vive sola, podría vivir más cerca del Burlesque, así no tendría que ir caminando a casa. ¿Le gusta la gastronomía rusa? Quiero decir, no soy ruso, no hacía falta buscar un restaurante tradicional— hizo una mueca parecida a una sonrisa y se dispuso a comer, —y ahora que he aceptado comer con usted, no resultará tan atrevido de que sea yo quien le invite para otra ocasión, ¿verdad?



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No son a él a quien tienen que gustarle— en barrios realmente malos se había paseado Farell, no por elección, sino buscando ratas. Y digamos que aunque él era pacifista con los animales, no tanto cuando encontraba algunos rastreros queriéndose pasar de chulitos en sus calles. Todos se creían gánsteres aquí, hasta el que era usado de mula pensaba estar cerca del escalón más alto, se les comenzaba a olvidar que no eran más que sabandijas bajo los zapatos de alguien, y ese alguien, para su desgracia, era este irlandés que no solo era un astuto cazador, sino que disfrutaba de la simpleza de los juegos de búsqueda más que la sangre.

Así lo creo también— ¿qué más podía agregar? Castigar a las personas no era su gran aliciente ahora, tenía puesta la mira en otros, aquellos que se habían manchado las manos con la sangre de Andrew. Alguna vez Lyssandra apoyó a su causa, le entregó junto a los otros miembros del Brest a quién convirtió en un mausoleo su hogar. No habían preguntado nada después de ello. Fueron tumbas y muertos. Un pasado que se antojaba recreativo a la luz de la luna cuando la soledad podía pesar con fuerza sobre el cansancio de más de cuarenta años vividos. —Deje de castigarse por eso, es el pasado, Hope Walsh.

Sonrió agregando: —como a todos, los cambios siempre son buenos, pero eso implica que sean aceptados primero por nosotros mismos, sin ello, no veo porqué querríamos el cambio en primer lugar. Aunque— igual que ella, el frío era su elemento, paisajes nevados y agua helada, —coincido que el clima de Rusia es lo más entrañable— él había estado lejos durante sus años formativos, Estados Unidos un par de años, Alemania y finalmente Italia, donde conoció a su difunta esposa. Y pese a que en esos lugares existían climas extremos, Rusia era lo más destacable, aquí el invierno era demasiado crudo para ser real.

No es ningún inconveniente, debo mencionar— pedírselo a La Zarina como un favor, una cosa de nada, algunas cosas pedidas con anterioridad habían entrado en el límite de lo permitido. Aunque nada de ello le había descolocado tanto como esto. Todavía se estaba pensando lo extraño de la situación, en demasía. Nadie va por allí manifestando una disculpa y sin siquiera pedir algo más. Pero, ¿qué podría querer más allá de su trabajo de regreso? Giró la mano para atrapar la mano de la americana antes de que la retirara, —usted dedíquese a conseguir el empleo de vuelta y cuando este dentro, yo mantendré mi palabra de una noche…— soltó su mano. El contacto había sido suave, le agradó más de lo que podría recordar.

El terror de la ciudad en un día conmemorativo, fue solo un susto, nada que las paredes no quisieran callar— la muerte de Andrew se mantenía siendo un misterio, pero ellos lo resolverían, porque Farell no estaba listo para rendirse. Esta era la clase de sacudida que todos estaban esperando, los viejos lobos salían de la cueva, furiosos y hambrientos. Él lo estaba. Literalmente.

La comida fue llevada a los pocos minutos, pidió otra bebida.

¿Me dijo que se estaba quedando donde antes?— inquirió moviendo su plato blanco con el pelmeni aún más blanco, las cremas no eran sus favoritas, pero la salsa bien podría ser mejor; cogió el tenedor y lo puso en la orilla del plato, con el mango descansando sobre la mesa. —Quizá ahora que vive sola, podría vivir más cerca del Burlesque, así no tendría que ir caminando a casa. ¿Le gusta la gastronomía rusa? Quiero decir, no soy ruso, no hacía falta buscar un restaurante tradicional— hizo una mueca parecida a una sonrisa y se dispuso a comer, —y ahora que he aceptado comer con usted, no resultará tan atrevido de que sea yo quien le invite para otra ocasión, ¿verdad?



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Internamente estaba muy agradecida de aquél encuentro y de que en apariencia todo estuviera bien, suponía que ya después vería si eso era cierto o no. —No sé si diría que el clima es entrañable, pero me gusta mucho, puedo tomar chocolate caliente y bombones, además de quedarme entre mantas viendo televisión o con un buen libro, nadie dice nada, sólo la nariz sufre un poco.— Esa época sí que le gustaba, porque el calor no era fácil de quitar, pero el frío, sólo con una prenda más podía mitigarse. —Ya no dejaré que hagan cambios por mí, eso se lo aseguro.— Porque ya la bronca que había tenido con su familia había sido lo suficiente como para que no se volvieran a meter en su vida.

¿En la mente de Hope se le había dibujado cómo esperaba que fuera el roce de sus manos? Seguro que no, porque no esperaba que él le sujetara, además fue demasiado... ¿Cómo decirlo? ¿Suave? Sí, podría ser la palabra adecuada, después de todo él parecía ser un hombre imponente, porque Hope no necesitaba investigar mucho para saber todo lo que se podía esconder detrás, tampoco era tonta, no iba a dar más pasos de los que necesitaba, hasta el momento había aprendido a mantenerse con vida y así era como quería seguir. —¿En serio? De verdad no tiene que hacerlo.— Porque ella estaba consciente del fallo, a veces pensaba que se flagelaba de más. No podía decir que no le iba a fallar. —Cuando consiga el trabajo...— Iba a poner todo de su parte para ello. —Entonces le volveré a buscar.— Aquello podría ser más una promesa que otra cosa.

Suspiró, suponía que las cosas no habían sido buenas, agradecía haber estado lejos, quizá hubiera entrado en alguna especie de estado de shock, que no hubiera sido bueno. —Supongo que esa fecha pudo haber sido escogida de forma intencional, no lo sé, vamos, no soy muy afecta a celebrar esos días, aunque sí me gusta recibir dulces.— Sonríe, porque ella no le puede decir que no al azúcar, está en su ADN. Da un trago más a su bebida y casi la termina.

—¿Vivir cerca del Burlesque? Pues sí, me lo he planteado, pero por el momento el barrio donde estoy es para lo que ha alcanzado, así que supongo que ya será después, cuando empiecen a llegar los pagos, igual mantenerme sola será mejor que ayudar a mantener a cuatro.— No se quejaba de su situación económica, nunca le había faltado nada, pero sabía las limitantes, las respetaba y aceptaba, siempre pensaba que mirar muy arriba podía traer desilusiones que no necesitaba, como hacía poco. —Me he acostumbrado a esto, supongo que todo es mejor que los hot dogs y hamburguesas que venden en mi país, que no me quejo, me encantan las papas fritas, como un delicioso gusto culposo, pero siempre se puede mejorar.— Al menos parecía que Hope iba recobrando esa parte suya que no se quedaba callada con facilidad y eso era de agradecer.

Le observó un momento y meditó apenas unos segundos su respuesta. —Claro, no me va a parecer atrevido para nada, Farell.— Le decía así por dos motivos, el principal era que temía pronunciar mal su apellido y el otro porque quería pensar que quizá alguna barrera de desconfianza se podría haber roto, pero eran suposiciones de ella. Empezó a comer también, no estaba tan mal o eso era lo que creía ella. —Y dejando atrás los temas escabrosos, ¿Tiene otra cosa que contar?— Preguntó, no se atrevía a ahondar de forma libre, sabía que él podría contar las cosas apenas si así le daba la gana y quizá con cuenta gotas.
Farell 19:30 Restaurante




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Hacía demasiado tiempo que no tenía nada de lo mencionado; mantas, televisión. Un día de descanso. Sus días de ocio eran la lectura de la bolsa de valores, fluctuaciones del mercado y correos. Le acompañaban sus perros y la intrusión de su guarda que era demasiado reciente. Años desde que se había dado el lujo de una salida vacacional. Ir al club a jugar golf o inclusive con el grupo de tiro era tan pasado que se le había olvidado la existencia de los empresarios con los que se divertía los fines de semana. Rusia era entrañable en su invierno porque podían montarse a una montaña helada, soltar las riendas y lanzarse en los skies.

No acarició sus dedos, tampoco se entretuvo más de la cuenta con ellos. El impulso, quizá, le hizo tomar aquella frágil mano para sentirla un poco más. Una vez hecho, ¿qué justificación tenía para mantenerla? Ninguna, y es por ello que solo habían sido unos segundos de aquel contacto; suave, corto. No quería darle vueltas a sus pensamientos. Hacer marañas no era lo suyo y después del tiempo transcurrido en esta breve conversación y las tenidas con anterioridad, no le harían creer nada que no fuese lo correcto. A final de cuentas, ¿cuánto podía deducir de esto?

Voy a hacerlo, se lo dije, cuando usted estuviera lista— no dudaba que volviera al trabajo, pero dejaría que ella lo resolviera. Si quería una oportunidad, debía tener la determinación para hacerlo, así que pasaba del tema con mayor soltura, —no había límite de tiempo, no causa un problema— asintió ante las palabras de Hope. A Farell a veces le resultaba difícil ponerse en los zapatos de otros, jamás nada le costó tanto trabajo en la vida, tenía el dinero, talento y la soberbia necesaria para ganarse lo que quería, incluso si eso requería un poco de sangre, y no la suya precisamente.

Acalló sus memorias, pues fácilmente podía recordar la primera misión puesta por su padre cuando tuvo la edad suficiente para defenderse, los sueños que le siguieron y la forma en que escapó de ellos. Una de esas formas que después le devolverían los fugaces momentos de dolor y traición. Irse por ese camino solo vendría a ensombrecer sus facciones. Además de que para tener mal talante ya se pintaba solo, no hacía falta dejarse llevar por los recuerdos.

¿Ah, sí? ¿Qué dulces le gustan?— hablando lejos de los terrenos que aquejaban al Brest, se vio un poco más interesado, —no me vaya a decir que todos, porque entonces asumiré que está mintiendo— esperaba que no saliera con alguna combinación extraña, él odiaba la comida que mezclaba lo dulce con lo salado. Era una clase de aberración en su boca. Nada de eso. O era dulce o era salado, pero no se podía ambas.

Nuevamente regresaban a los temas cuya comprensión del irlandés se quedaba en lo teórico. Ni en sus años de estudiante pasó una mala racha económica. Siempre había tenido el lujo necesario para sobresalir, inclusive ahora, podía darse tantos como quisiera. Si gustaba, podía hasta comprarse esa casa cerca del Palacio solo porque sí. Aunque las bienes raíces no eran su mejor atributo, no iba acumulando casas alrededor del mundo para pasar una “triste” semana cada diez años. No, él invertía solo en compra-venta de bienes y arrendamientos. Así de sencillo le funcionaba.

Entiendo, si necesita algo, puede decirme, puedo mandar a mi niñera—, le sonrió alejando los pensamientos anteriores sobre la extrañeza del regreso de Hope y la tonta idea de que pudiera estar vinculada a algo. Era muy ridículo pensarlo y quería reír solo por haberlo hecho. —¿No le da miedo perder la figura? Las mujeres suelen limitarse en el consumo de ciertas comidas solo por subir unos gramos, en el Burlesque estoy seguro que se ganará malas miradas si entra comiendo papas fritas— ninguna mujer con la que hubiese salido, comía nada que hubiese sido freído. Realmente era perturbador pensarlo, mucha comida rusa llevaba una dosis de grasa impresionante, y qué decirlo de la alemana, un toque letal pero delicioso.

Excelente— no había mucho más que agregar. La comida era buena, lo que le gustó, y su segunda bebida llegó, lo mejor que tenía para terminar. El postre vino un poco después pero no sin antes responder a la pregunta de la joven, —mi vida es sencilla, Hope, no hay mucho que contar respecto a ella, sin duda, tiene una vida mucho más emocionante y activa. Yo solo podría hablarle largas horas de negocios, es más— dejando cubiertos, acabó su whiskey, —mejor cuénteme de usted, ¿qué le gusta hacer además de bailar? ¿El teatro, quizá?



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Estaba segura que pronto iba a tener que comprar todo aquello que había dicho para tener recursos en su casa para poder guarecerse de los fríos, por el momento también iba a tener que terminar de amoblar todo, pero era mejor que en ese instante no se agobiara con todo lo que venía encima, tenía el apoyo de su hermano y eso contaba de momento.

Le miró realmente agradecida, así que se atrevió a algo. Se acercó para darle un abrazo breve y dejar un beso en su mejilla. No quiso voltear a ver al guardaespaldas, porque temía que ya tuviera un arma en la mano o que quisiera matarla simplemente con la mirada. —Lo siento, pero creo que ya el "gracias" no iba a ser suficiente...— Porque así era como lo sentía y también como si algo en ella requiriera que al menos diera un poco más de sí.

—Eso iba a decir, que todos.— Sólo lo dijo por molestarlo, de alguna manera sentía que no tenía que ser otra persona delante de él, a pesar de que fueran completamente opuestos en ese mundo y en cualquier otro. —Me gustan mucho los dulces de mantequilla, además de los bombones, como verá en realidad ese tema de "cuidar mi peso" es prioritario, pero en verdad no me mato por comer algo fuera de la dieta, digamos que ya en la carrera lo tuve que hacer, porque la profesora era demasiado estricta.— Porque todo tenía un punto bueno y uno malo, además Hope siempre pensaba que un gusto alguna vez no hacía daño, si es que era "de vez en cuando", adicional a que estaba acostumbrada a hacer mucha actividad física.

No pudo evitar reír un poco cuando mencionó a "su niñera",  tampoco pudo evitar dirigirle una mirada, para pocos segundos después observar a Farell. —Ya le diré, por el momento en verdad que no quiero molestarle.— Lo decía en serio, sólo quería dejar su consciencia tranquila, porque el hombre en verdad le merecía las disculpas que ya había pedido, le había brindado una oportunidad sin necesidad de nada y sin pedir algo a cambio, ella había desperdiciado aquello, pero eso no significaba que no lo valorara.

—Pues sí me da miedo que me salten encima por comer un poco de papas fritas, pero bueno, es algo que no puedo evitar, creo que mientras no se vuelva un hábito, es bastante tolerable, porque no diré que es saludable, pero comer es un placer, así que ¿Por qué no? Ya después corro por toda Rusia.— Ríe de nuevo, se muerde ligeramente la punta de la lengua al hacerlo y encoge los hombros, era agradable, además de que ya estaba un poco más tranquila por haber dicho lo sucedido, era como si se hubiera quitado un peso de encima, uno que no le dejaba dormir desde hacía varios días.

No creyó que en verdad Farell tuviera una vida aburrida, porque ¿En verdad? En apariencia lo podía tener absolutamente todo, pero quizá Hope estaba simplemente alucinando demás, no dijo nada, porque dejar los pensamientos en su cabeza era lo mejor que podía hacer. —¿En serio? ¿Mi vida interesante?— Una mueca apareció en su rostro y negó con la cabeza. —Es de lo más normal, una familia estadounidense, tres hermanos y unos padres que son insoportables a veces...— A pesar de todo ello, Hope sabía que los quería, porque no podía llegar a ser diferente de ninguna forma, ni siquiera se imaginaba algo así, y eso que todavía seguía lo suficientemente enojada como para no responder a sus llamados.

—¿El teatro? sí, me gusta mucho, alguna vez tuve una oportunidad, algo pequeño, realmente era una puesta en escena para niños, fue divertido, eso como alguien que ha estado arriba de un escenario, ahora del otro lado, como espectador, me encanta, creo que es algo digno de ver, porque la gente hace su mejor esfuerzo porque todo salga bien, como quiera en las películas da tiempo de hacer edición, pero en el teatro es como te salga.— Admiraba mucho a los que eran capaz de hacer teatro, para ella era algo digno de reconocer, su experiencia era poca en ese rubro, como muchos en realidad. —También me gusta hacer ejercicio, correr en las mañanas o en las noches, creo que soy de gustos básicos, por no decirlos sencillos.— Respiró profundamente, terminando su trago en ese momento y dejando el vaso en la mesa, se limpió los labios suavemente con la servilleta.

Pidió el postre, para eso ya tenía pensado qué era lo que iba a solicitar. Pastel Praga, era la mejor opción que se le ocurría en ese momento, seguramente después tendría que hacer mucho más ejercicio del habitual, pero valdría la pena. —¿A usted le gusta el teatro? ¿Hay alguna obra que le haya llamado mucho la atención?—
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Bandera Blanca
Acción y reacción; todo en perfecta sincronía, así es el Universo


Ese acercamiento le tomó por la guardia baja, a él, a un mafioso que se jactaba de tener el control de todo a su alrededor. Menudo dilema cual bofetón de guante blanco, que en estos días todo quería irse al trasto o mantenerlo anclado a las furiosas sensaciones del descontrol. Vamos que no era tan exagerado en este punto, se había tratado de una clase de abrazo de agradecimiento. En otra época se habría tomado la actitud gustoso, incluso aguardado el momento para devolverlo de una forma menos conservadora, quizá hasta aprovechada. Pero no ahora. No se vería nada bien en sus circunstancias, un hombre mucho mayor en condiciones favorables. De tener a la prensa encima…

Su guarda se había echado hacia atrás en la silla, listo para saltar. Pero comprobó que nada malo pasaba, estaban poniendo sus nervios al límite. Pobre hombre, disfrutar su estancia y comida resultaba casi imposible. Menos mal que para Farell las cosas pintaban espléndidas.

De saberlo, me habría hecho del rogar un poco más— bromeó sintiendo todavía su calor, había sido fugaz pero para él representó un poco más. Le desagradó esa sensación, porque la reconocía y quería alejarla. Las esperanzas banales no eran funcionales. Nuevamente, a su mente regresó como se vería cortejando a alguien mucho más joven con él. Ella seguramente tenía la edad de Yerik, eran solo niños en este mundo dominado por dragones. Sonrió para sus adentros al comprender que no eran más que divagues, el adelanto y exageración de sus conclusiones que ni siquiera daban pie a eso. Le sobraba cierta egocentría, sin duda.

No…— murmuró rodando los ojos, a nadie pueden gustarle todos los dulces. Era sencillamente ridículo. —Oh, dulces de mantequilla— repitió, ¿los había probado alguna vez? No lo creía, de infante solía ir a lo básico, chocolates y galletas. Después se sintió demasiado mayor para comer golosinas, prefería ir por los postres porque tenían mayor clase, su percepción del mundo se regía por ello; elegancia y glamour. La vida le hizo entender que existen muchos matices distintos. —Su profesión lo exige, me imagino, la sociedad es demasiado censuradora respecto a eso— en los hombres también había problemas. Pero nadie parecía juzgar demasiado al tener a hombres con sobrepeso en una pantalla y menos cuando salían con hermosas mujeres. Pero el revés era simplemente chocante. Las mujeres llevan las de perder a la hora de “vender” el ideal de la perfección. Lamentable, pero cierto. Y en el negocio de las mafias eran tan real como hiriente.

La risa solo le puso encendió más. Encender no en el estricto montaje de la palabra. Pero digamos que le gustaba, no le agradaba la Hope inicial de hoy siendo toda disculpas y palabras cortas. No, él apreciaba que fuese desinhibida y no se sujetara la lengua a la hora de hablar de la vida, esa que le tocó vivir llena de precariedades cotidianas. No mal vestía y su elegancia grácil de bailarina seguro que te hacía olvidar si llevaba algo mal colocado encima. Era hermosa y él no podía ser indiferente a ello; luchó, sin embargo.

Quizá un día podamos correr juntos— medio bromeó, correr por la ciudad no era algo que se planteara nunca, para eso tenía un gimnasio en casa que utilizaba cada mañana, no le hacía falta salir. —Y me alegra escuchar que no es renuente a la comida, porque tengo un lugar ideal donde podríamos cenar en algún momento y no es nada para cuidar la línea— le delineaba con la mirada, sus facciones tenían demasiada fortaleza, aunque en apariencia simple era demostraba la fragilidad en sus trazos; mandíbula enérgica y nariz fina, pómulos altivos acompañados de una sonrisa llena. Un contraste, así le definió antes de regresar su atención a la conversación.

Puedo notarlo— sonrió ante los padres molestos, se preguntó si su hijo diría aquella frase durante su adolescencia. Seguro que sí, Farell era todo un sobreprotector con los suyos, —tres hermanos, ¿a qué se dedican? Siendo la única mujer, me imagino que fue la favorita y más custodiada — ¿qué podría contar él? Ah, tengo un hermanito, seguro que lo conoces, se la pasa metido en el Burlesque haciéndose el chulo mientras aspira un polvito que yo mismo distribuyo. Algo digno de decir.

Ya…— asintió, —sí, claro— sonrió imaginándose a una Hope más infantil, imposible. Su mente no daba para eso. —Dulces de mantequilla, correr y el baile— puso gesto pensativo al tiempo que terminaba su whiskey —parece alguien que sabe lo que quiere y gustos algo dispares, ama la comida pero de igual forma usa el remedio para mantenerla alejada, es interesante.

Enarcó la ceja por su elección de postre, él pidió un medovik que acompañó de un té caliente.

Intento ir al teatro una vez al mes, por lo menos— comentó saboreando la espesa crema de miel, —déjeme pensar, uhm… sí, creo que la obra de Iván Turguénev, un mes en el campo, me ha motivado a irla a ver varias veces— lamió la cucharilla y bebió un poco de té, —en el Palacio de los Yusupov tendrán la puesta en escena el próximo mes—, se inclinó ligeramente hacia ella, —digo esto como una invitación a que me acompañe a verla, si le agrada la idea.




Walsh, Hope • 19:30 • Restaurante
Bella by DD




RESPUESTA HOPE

Bandera blanca

Que él recibiera de buen agrado el hecho de que ella lo estaba abrazando, aunque fueran apenas unos segundos hizo que la sonrisa de Hope fuera mucho más amplia y sincera, a pesar de que se desvaneciera en cuanto había visto el gesto del guardaespaldas. No quería ser un iluso que se atravesara en medio de ambos, seguro aquello resultaría demasiado mal para el iluso. —Para la otra piense un poco más en cómo jugar sus cartas.— Le siguió la broma y observó a la camarera mientras dejaba los postres que habían solicitado, ella esperó un poco para poder comer el suyo, aunque en realidad se le estaba haciendo agua la boca en ese momento, era una cena que había disfrutado sin duda alguna. Tampoco pensó que de ese modo se daría todo, pero no se quejaba en absoluto.

—Si se porta bien, le puedo ofrecer un dulce de mantequilla, siempre tengo en mi bolso, así que podrá llevarse un regalo más.— No entendía como un hombre tan serio, le podía poner de buen humor o sencillamente era que Hope siempre era así, fresca, positiva y dicharachera, que pocas veces se mostraba intimidada. —Ni que lo diga, la verdad es que piensan que las mujeres debemos estar perfectas, supongo que ha sido culpa de nosotras por terminar aceptando cada canon que se nos entrega o que se pone de moda y también por andar imitando lo que nos parece mejor, al final no es el hombre, la mujer, es la sociedad completa, pero yo seguiré comiendo.— Eso estaba sentenciado y para corroborarlo, simplemente dio el primer bocado a su pastel.

Se sorprendió con la respuesta que él dijo y frunció el ceño bastante confusa, no creía que eso fuera verdad. —Creo que eso de "correr juntos" no será, pero sería digno de ver, sólo espero que no me mande a su niñera mientras usted nos mira desde una banca.— Porque no dudaba de la forma física de Farell y mucho menos del mal encarado de su guarda, pero tampoco quería dejarse las piernas en el parque por apostar a quién lo hacía mejor.

—Hay que usar todos los recursos que se tengan a mano, si además de la comida, me gusta el deporte, tengo el yin y el yang en perfecto equilibrio, así que el lugar que tenga en mente, seguro que estará perfecto para ir a cenar alguna vez.— Eso era algo que ella pensaba, pero no sabía si era cierto que estaba equilibrada, hasta el momento no había tenido problemas, porque no caía en los excesos, su propia complexión se lo impedía. —Sí, tres hermanos, soy la menor, así que también tengo bastante desventaja, mi hermano de en medio tiene 31 y es contador como mi padre, mi hermano mayor de 33 es economista, digamos que no soy el orgullo de la familia por querer buscar en el baile el modo de vida soñado, pero es lo que me gusta, así que los números no me sonríen.— Había aprendido a sobrevivir con ello y ya ella misma lo mencionaba, porque se había cansado de que sus padres se lo dijeran todo el tiempo. Su madre era más comprensiva, pues había estado envuelta en el arte, pero se había decantado por ser profesora, algo que a Hope no le gustaba y siendo sincera sentía que no tenía la paciencia necesaria para ello.

En el momento en el que el postre llegó ella se puso feliz como un niño que está esperando abrir el regalo de Navidad. Lo probó y pidió un café, la verdad es que seguramente esa noche le iba a costar dormir, entre la grasa, el azúcar y la cafeína, había ingerido una bomba que su cuerpo iba a resentir, pero que no le molestaba en absoluto, después de todo había afrontado las cosas y se habían solucionado de una buena forma. Mantuvo las manos en la taza para sentir que sus dedos se calentaban un poco y después dio un sorbo, el contraste de lo dulce y lo amargo le agradaba, era un balance adecuado. Así podría comer la rebanada completa sin empalagarse y eso siempre eran buenas noticias para alguien como ella.

Cuando se acercó hacia ella, Hope mostró una leve sonrisa. —En ese caso acepto.— Observó sus ojos, hasta ese momento no se había dado cuenta de que estos eran de un color claro, no es que no le hubiera puesto atención, pero no se había enfocado demasiado en ellos. —No la he visto, así que seguro será todo un deleite, ya que llama a mis gustos raros, seguro que usted tendrá mejores.— Que aquello no era para nada un reclamo, por eso es que sus labios todavía se mostraban curvados levemente. —¿Está bien el postre?— Parecía que en verdad lo disfrutaba y eso en verdad lo agradaba, al menos no había errado del todo en el sitio, se había arriesgado demasiado considerando que no conocía absolutamente nada de ahí.

Una duda le asaltó de pronto y dejando la cucharilla entre sus dientes un momento, lo miró. Después de saborear por completo el bocado de su postre, pudo hablar. —¿El día de la cena y el del teatro serán días diferentes?— Ni ella estaba muy segura de qué era lo que quería escuchar de parte de Farell, pero ahí estaba, cuestionando un poco al universo.
Farell 19:30 Restaurante



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Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2020 12:31 pm

tema con VELEZ


Huellas
Quien pisa fuerte, deja huellas.

Aparcó cerca de las once de la noche. Damon todavía no regresaba a la ciudad y por sus redes sociales sabía que sus andanzas eran poco conservadoras pero inconstantes. Se debía a que el muchacho estaba pasando por una mala racha, se sentía un poco desplazado y alejado, sus amigos no habían ido con él, hacer nuevos amigos no era el problema, pero hacerse el mártir, sí. Por ello es que Farell no había pisado el Palacio después de los sucesos de la noche de día de muertos. Prefería mantenerse alejado, aunque Brianna le daba toda la información requerida. Sin embargo, después de hablar con Isabella, decidió que era momento de hacerse cargo de sus obligaciones para con el Palacio y allí estaba, después de dejar su oficina del Logistic´s se venía a recluir entre papeleo otra vez.

Sonrió cansado al tiempo que descendía del vehículo y su guarda cambiaba el lugar con alguien más. Tuvo que contratar a otro guardaespaldas, cobertura total 24/7 por ahora, lo que resultaba en todo un dolor de cabeza. Necesitaba sentir la falsa libertad una vez más o terminaría como su hermanito, metiéndose sustancias para sobrevivir en el mundo de los grandes gánsteres. Una premisa ridícula que le hizo volver a sonreír ascendiendo los peldaños y adentrándose al sustancioso lugar donde la lujuria y sensualidad podrían demostrarte a la humanidad a la cara.

Pasó por su oficina, estaba impecable, su asistente siempre le dejaba el trabajo con una dedicación admirable. La mejor de las decisiones tomadas en las inclusiones de su personal. Hojeó unos documentos, firmo otros y revisó la factura del embarque de las drogas colombianas. Masajeando su cuello comprobó los costos y notó una variación que le causó jaqueca. Después la distribución de sustancias psicotrópicas al Palacio, todo iba correcto. El laboratorio envió un informe sobre la nueva sustancia desarrollada a partir de un peculiar elixir, que le denominaban ”azufre” por su fantástico tono dorado. Esta vez, su sonrisa era de absoluto deleite.

Motivado por la sensación de bienestar y éxito, a las doce menos quince, salió de la oficina para adentrarse al bar justo antes del Burlesque. Mentiría al decir que su mirada no iba buscando a cierta americana, pero también el alcohol, el bendito vicio que no dejaba correr aunque fuese una gota en su sistema cada día.

Gastrell— saludó, hacía semanas que no le veía, sus ojos se estrecharon en su vestimenta; lujosa, entallada y algo sugestiva para los ojos sometedores del irlandés. —¿Me acompañas por una copa?


Noviembre • 23:45 h • Velez, Gastrell
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